Mes: agosto 2016

Aníbal y el Rey

La Huerta del Rey, en Sevilla. 5 de mayo de 1928. El rey, Alfonso XIII, visita la ciudad para colocar la primera piedra de la Basilica de la Inmaculada Milagrosa, de Aníbal González, junto al Rey, en el centro de la imagen.

Aníbal González fue el arquitecto jefe de las obras de la Exposición Iberoamericana de 1929, hasta su dimisión, cansado y exhausto, ese mismo año 1928.

La Exposición se inauguró el 9 de mayo de 1929 y Aníbal falleció el día 31, 22 días después.
La Basílica, finalmente, no se construyó por problemas económicos. Y en su lugar, se edificó lo que hoy conocemos como Colegio Portaceli.

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Esperando la procesión de San Benito. Año 1928.

Esperando la procesión de San Benito. Año 1928. En Sevilla, capital.
Foto original, de D Joaquín Turina, uno de los músicos más importantes que ha dado esta ciudad de Sevilla.
Turina pasó la mayor parte de su vida en Madrid, pero siempre que podía se escapaba a Sevilla en Semana Santa.
En la foto, sus hijas, Concha y María, junto a Paquita Valdivia.

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Joaquín Rodríguez Ortega

Joaquín Rodríguez Ortega, más conocido como «Cagancho».
Sus numerosas espantadas le convirtieron en un personaje de leyenda. De una de ellas viene la famosa frase: «Quedar como Cagancho en Almagro«.

Fue en agosto de 1927 cuando se anunció la corrida que el día 26 torearía el maestro en Almagro. Según parece ese día Cagancho fue desganado y cobarde, pinchando al tercer toro, y primero suyo, a la hora de matar en el cuello, y después en el brazuelo, lugares ambos absolutamente vedados.

Peor suerte corrió con su segundo toro, el sexto de la tarde, mucho más bravo. Tras el tercer aviso, signo de que el toro es devuelto al corral porque el torero es incapaz de matarlo, sonó mientras Cagancho seguía intentando matar al animal sin salir de la barrera. Lo hacía pinchándole en los costados, en los brazuelos, en cualquier lugar menos allí donde ha de hacerse según marca el arte de Cúchares. Aquellos de los subalternos que se atrevían a saltar a la arena lo hacían con sus espadas debajo de las muletas, se acercaban al toro y le pinchaban, también alevosamente, en cualquier parte. Se dice que a aquel toro no lo mataron; lo asesinaron.

Así pues, el torero salió con la Guardia Civil, habiendo tenido que intervenir incluso un destacamento de Caballería del Ejército, para apaciguar los ánimos de un tendido en el que hubo una de las mayores broncas de la historia.

Así pues, a partir de ese momento se comenzó a decir «quedar como Cagancho en Almagro«.

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María Luisa Natera

Probablemente, el primer amor de juventud de Federico García Lorca. Nació en 1901 ó 1902.
Conoció a Lorca en un balneario, seguramente, en Lanjarón. Ella venía de una familia adinerada de Córdoba. Gustaban de tocar el piano a cuatro manos:

«El piano de cola de sonido sangraba 
con un vago Nocturno que un muchacho tocaba. 
Ella vino a mi lado con su oro y su gasa. 
¿Es Chopin?… Sí, Chopin… 
Y no dije nada.
… Después de separarnos 
la tristeza me ahogaba».

Entre tantos otros versos tristes que dejó Lorca, algunos también se los habría dedicado a los ojos azules de Natera, ojos

«que sin mirarlos dan la muerte 
con el puñal azul de su recuerdo».

Ella tenía 15 años y él 18. Según parece, a la familia de ella no le gustó mucho la relación de su hija con ¡un poeta! Fue un amor imposible por muchas razones. Como suele decirse en estos casos, lo que ocurrió después, eso es otra historia.

La historia la descubrió el hispanista Ian Gibson, y está desarrollada en este artículo

http://cultura.elpais.com/cultura/2009/03/08/actualidad/1236466801_850215.HTML

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